SIGLO XX
Evolución de la Charrería a Través de la Historia de México
Durante el Siglo XX, la charrería desarrolló su mayor esplendor en las tierras altas, y en todas las grandes haciendas, durante determinadas épocas del año, se llevaba a cabo el herradero de los caballos, el castrado o capadero y el tusadero. Tales trabajos eran motivo de grandes fiestas, y tanto los propietarios como los vaqueros se divertían mientras los realizaban.
El arte de la “Charrería” ya era conocido en Europa y Estados Unidos desde el comienzo del siglo pasado, debido a las exhibiciones de los “charros”. Ponciano Díaz González dio las primeras interpretaciones en 1888. Fue el primer mexicano en actuar en las arenas españolas, corridas de toro y reata, llevando con gran distinción los trajes de charro.
Los campesinos solían perseguir a los animales que no estaban marcados. Tenían que desensillar los caballos, dejando sólo las bridas, luego se ataban a la cintura y se fijaban en el caballo, el cual se acercaba a las manadas salvajes. Después, seleccionando los animales que les gustaban, saltaban sobre ellos agarrando las crines, y los montaban hasta que eran domesticados. Este fue el origen de “El Paso de la Muerte” y otros actos.
Las primeras “Manganas floreadas” fueron creadas por Don Felipe y Don Ignacio González. Ellos llamaron a estos actos: “La Crinolina”, “la contra crinolina” y “la caricia”. Por lo tanto, se convirtió en el verdadero arte, el manejo de la reata.
Los “charros” formaron una verdadera aristocracia rural con un sentido fuerte de México. Los terratenientes alternaban, fraternalmente, con sus vaqueros y peones, realizando las más audaces actividades. Así, fueron los hombres valientes, duros y honestos que formaron el corazón del pueblo mexicano.
LA REVOLUCIÓN MEXICANA
Posteriormente, en la revolución, Francisco I. Madero, rico hacendado coahuilense, de ideas democráticas, cuyo lema fue: ‘Sufragio Efectivo no Reelección’, incitó al pueblo a derribar al dictador Porfirio Díaz. Asumió el poder después de la revolución de 1910, que se extendió por las llanuras norteñas y los campos del sur. Al galope del caballo, los encuentros más importantes contaron con la acción de los centauros. En 1911, con la marcha de Madero, comienza el siglo de las revoluciones, de anchos sombreros y una cruz de cartucho sobre el pecho. En los periodos álgidos de la revolución, Francisco Villa pasaba la mayor parte del tiempo montado a caballo, por lo que le llamaron ‘El Centauro del Norte’. Emiliano Zapata, considerado el mejor domador de caballos de la región, lucía el atuendo característico de la gente del campo del sur de la república, el traje de charro. Fue el único caudillo de la revolución que desde un principio supo cuál era la meta a seguir: restitución de la tierra a sus primitivos dueños. A los nombres ya famosos de Villa y Zapata, se agregaron muchos más que se caracterizaron por su valor temerario. Concluida la etapa armada, vino la etapa del derecho; el constitucionalismo triunfó y la revolución, al convertirse en gobierno, pensó que la parte más importante de la riqueza de la Patria es el hombre.
POST REVOLUCIÓN
Al desaparecer las haciendas en la provincia mexicana, aunque en menor proporción, se siguieron realizando las labores campiranas con lo que quedó de ganado; pero para quienes se fueron a la ciudad, solo les quedó el recuerdo de aquellos viejos tiempos de la hacienda. Al paso de los años, esta gente quiso revivir las costumbres que tan arraigadas llevaran. La charrería se convierte en deporte cuando los charros, conscientes de su valor como depositarios de la tradición ecuestre campirana, se organizaron para poder emular las faenas de las cuales parte nuestro deporte, dentro de las ciudades. Las labores campiranas charras, muy nuestras y muy mexicanas, son una parte sensible de nuestro espíritu, nacido del doloroso parto, producto de la unión de dos razas: india-aborigen y española, dando paso al mestizo, hombre recio, sufrido con personalidad seria e impetuosa, sereno y digno representante de nuestro campo, que lucha con coraje en el desierto, ríe y enamora a una mujer, o se arrodilla y besa la mano de su madre. Ama la selva, el llano, el desierto, el cielo, el viento, la lluvia y su alma campirana, alma del charro, lleva la altivez de nuestras montañas. En el campo se formó la charrería, se formó México y se escribió nuestra historia.
LA CHARRERÍA COMO DEPORTE
Por lo cual debe quedar claro que la Charrería nació en el campo y se reglamento en la ciudad, surgiendo la primera asociación en el Distrito Federal, con el nombre de “La Nacional” el 4 de junio de 1921. Posteriormente surge el 29 de abril de 1923, la segunda asociación de la República con el nombre de “Club Nacional de Charros Potosinos”, ahora Potosina de Charros en la capital del estado de San Luis Potosí y, el 8 de agosto de 1923, en Toluca Estado de México, la tercera asociación de charros del Estado de México.
La Charrería fue declarada “Deporte Nacional” por el Sr. presidente de la República Don Manuel Ávila Camacho, e instituido el 14 de septiembre como “Día del Charro”.
El 16 de diciembre de 1933 se funda la Federación Nacional de Charros que se dio a la doble y fructífera tarea de agrupar a todas las asociaciones de charros del país, para organizar competencias y elaborar un reglamento común que unificará criterios en la práctica de este deporte nacional.
SEMI PROFESIONALIZACIÓN Y EL ALTO RENDIMIENTO
En la década de los 80’s comenzó el boom del alto rendimiento, controvertido por el tema de la semi profesionalización, pero aceptado en gran parte para el desarrollo y crecimiento del deporte convertido en arte. Previo a este momento, los equipos se componían principalmente de miembros de una familia que además de sus actividades agropecuarias, se reunían para charrear compitiendo con otras familias. Esta semi profesionalización propició el desarrollo de deportistas de alto rendimiento, cuya principal actividad era precisamente este deporte.
Hoy en día, más charros tienen grados académicos que han logrado a base de esfuerzo, lo que ha implicado mayor nivel deportivo porque las nuevas generaciones así lo han provocado.
La charrería vive el presente en toda la extensión de la palabra, ganando nuevos adeptos, consiguiendo más y más patrocinadores, en tanto el nivel deporte sigue creciendo y eso, gracias al alto rendimiento deportivo que se imprime en cada competencia, a lo largo y ancho del país, así como Allende las Fronteras.