SILLA VAQUERA SIGLO XVIII
La silla vaquera mexicana colonial que se exhibe en este museo es una impresionante reliquia de finales del siglo XVIII, originaria de la zona de Guamúchil, Sinaloa. Este notable artefacto fue esencial para los jinetes de la región, brindándoles una defensa invaluable contra las espinas, especialmente del temido Huizache.
El diseño de la silla presenta una exquisita artesanía, con un fuste esbelto y alto, forrado con una piel delicada. Su teja, que le otorga una personalidad distintiva, se eleva con gracia. La silla viene acompañada de una funda rectangular, adornada con cantinas en la parte delantera y una tapa trapezoidal meticulosamente cincelada.
Uno de los elementos más destacados de esta pieza son los estribos de madera, provistos de tapaderas de cuero liso. Estos no solo aportaban comodidad al jinete, sino que también ofrecían una capa adicional de protección contra las espinas y abrojos del terreno.
Las emblemáticas “Armas de Agua”, finamente cinceladas en la abertura de la acción, evocan tiempos pasados, remontándonos a los siglos XVII y XVIII. En ese entonces, cuando los campos estaban abiertos y el clima impredecible, estas armas se montaban sobre los hombros del fuste de la silla, proporcionando una barrera efectiva contra las inclemencias del tiempo. Los tientos que se extienden desde la parte trasera hasta la cintura, similares a las chaparreras, completan esta defensa, resguardando la parte inferior de las piernas y asegurando que la montura permaneciera protegida de la lluvia.
Esta silla vaquera, más que una reliquia histórica, continúa siendo una herramienta esencial para los jinetes de la zona de Guamúchil, Sinaloa. Su diseño ingenioso y la atención al detalle en su confección la convierten en un testimonio vivo de la habilidad artesanal y la ingeniería adaptativa de su tiempo.